El ascendente Barco disfrutó con su desempeño desequilibrante e imparable y lógicamente con su juego deleitó a la exigente y exquisita parcialidad de los Diablos Rojos, por quienes en su honor se estrenó una camiseta negra, como su paladar futbolístico.

El gol de la apertura fue producto de un centro desde la izquierda del ambidiestro y cotizado Emiliano Rigoni que aprovechó Franco al ingresar por el poste más lejano.  El 2-0 fue por una habilitación perfecta de Fernández, quien empieza a recuperar su nivel tras superar una rotura de ligamentos cruzados, y una resolución idónea de Barco.  En el tercer tanto Maximiliano Meza superó una salida desubicada del arquero Brayan Cortés y Fernández se ocupó de definir en el umbral de la valla.

Domínguez completó un primer tiempo como para que lo disfruten los simpatizantes del Diablo Rojo desde el principio hasta el fin.

En la segunda parte Independiente moderó su tarea, pero las acciones siempre parecieron bajo su control.

De todos modos, el peligroso Bielkiewickz forzó un error de Nicolás Tagliafico y al pasarse de la largo y caerse el capitán de los rojos cometió la infracción que se castigó con el penal, que el mismo delantero utilizó para al menos aliviar las formas de la caída chilena, que fue consecuencia de la exhibición en la primera mitad de los conducidos y convencidos por Holan.

El gol con el último aliento de pechito de Espinoza redujo la diferencia en el tanteador, pero la sensación sigue siendo muy favorable para los Rojos.