15 de noviembre de 2022
LA VETERINARIA, UNA PROFESIÓN DE RIESGO
Recientemente una inspectora del Ministerio de Asuntos Agrarios fue amenazada por el dueño de un Pet Shop que entregaba gratuitamente zooterápicos como parte de una promoción comercial. Una causa penal iniciada y una situación que se torna ya insostenible.
En el marco de la inspección a un Pet Shop de la zona de 1 y 71, la Médica Veterinaria, inspectora honoraria del Ministerio de Asuntos Agrarios, María Laura Larguía fue apuntada con un arma en la cabeza por el propietario del comercio.
En ocasión de realizar una segunda visita de inspección, siguiendo con las atribuciones conferidas por el Ministerio de Asuntos Agrarios y en su rol de funcionaria pública, la Dra. se acercó el sábado 5 de noviembre por la mañana a realizar una inspección, pues mediante una pizarra el local promocionaba un Combo de venta de alimento balanceado y la entrega de una “pipeta” sin cargo. Es importante mencionar que todos los zooterápicos deben ser vendidos exclusivamente bajo supervisión de un médico veterinario. Por tanto, esta situación era una clara infracción a la normativa que justamente pone al veterinario en el centro del acto de suministrar medicación como profesional responsable.
El empleado del local convocó al propietario quien (luego de dejar a un lado a un menor de aproximadamente 2 años), apuntó y amartilló con un arma de fuego en la cabeza a la inspectora. La Dra. Larguía logró alejarse del lugar y recurrir al 911, y posteriormente realizar la correspondiente denuncia penal.
Lamentablemente hechos como estos se vienen repitiendo en distintos puntos de nuestra ciudad y de la provincia en general. Desde el Colegio de Veterinarios de la provincia de Buenos Aires queremos nuevamente llamar a la reflexión sobre las reiteradas situaciones de violencia que están sufriendo los veterinarios en cualquiera de sus ámbitos de práctica.
La exposición de estas situaciones, que cuestionan la praxis profesional sin ningún tipo de base sólida, pero que sin duda generan un daño inconmensurable en la reputación de los profesionales, es una de las situaciones que se viene repitiendo cada vez con más frecuencia.
La violencia verbal o en redes sociales, las amenazas, el hostigamiento, el escrache e incluso la violencia física, ponen a los veterinarios en un lugar muy distinto al reconocimiento social que deberían tener como agentes de salud pública. Cuestionamientos a la vocación o a el correspondiente cobro por sus servicios como algo ilegítimo porque deberían hacerlo “por amor a los animales” o porque son solo comerciantes, tergiversa su rol social.
Desmerecer, cuestionar la vocación, menospreciar el rol que cada actor social está llamado a cumplir en una sociedad es realmente un mal de época que parece afectar con especial violencia a los veterinarios. Enfatizamos el llamado a la reflexión y acompañamos desde el Colegio de Veterinarios a los matriculados reiterando nuestro compromiso con una sociedad menos violenta y más tolerante.
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